Eres mi musa,
una musa que habita en mi memoria,
y con solo evocarte
se desatan tormentas en mi pecho.
No logro contener mis sentimientos,
se desbordan mis emociones,
se pierden mis pensamientos.
Te pienso y mi cuerpo llora,
tiembla, grita de dolor,
un dolor que jamás tocó tu piel,
un dolor que nunca rozó tu conciencia.
Si tan solo me hubieras prestado un instante,
si tan solo tus ojos se hubieran detenido en los míos,
te escribiría algo distinto:
una historia luminosa,
una canción de alegría,
un poema perfecto,
tan perfecto como tus ojos bellos,
como la fragilidad de tu sonrisa
que siempre me condenó.
Pero aquí me encuentro,
atado a un recuerdo que me consume,
un recuerdo que no obedece,
que no se rinde,
que no me deja respirar.
Algún día tendré que marcharme,
alejarme de ti y de esta prisión invisible,
pero temo que al huir
me sigan tus sombras,
que tu voz resuene en mi silencio,
que tu rastro se grabe en mis pasos
como un destino inevitable.
Tus recuerdos son recurrentes,
como un eco que nunca se extingue;
indescifrables,
como un idioma que mi alma comprende
aunque mi mente lo rechace;
indomables,
como bestias salvajes
que desgarran mis entrañas sin compasión.
Tendré que alejarme, lo sé,
pero no sé si podré salvarme.
Quizá en cada intento de olvido
renazca la herida,
quizá en cada intento de huida
me halle de nuevo contigo,
en el mismo lugar donde todo comenzó,
en el mismo dolor que nunca terminó.
Y entonces me pregunto:
¿serás tú mi condena eterna,
o seré yo el carcelero de mi propia memoria?
Recomendados
Hacete socio de quaderno
Apoyá este proyecto independiente y accedé a beneficios exclusivos.
Empieza a escribir hoy en quaderno
Valoramos la calidad, la autenticidad y la diversidad de voces.
Comentarios
No hay comentarios todavía, sé el primero!
Debes iniciar sesión para comentar
Iniciar sesión