La cerilla y el viento.
Jun 2, 2025
De la nada del ser.
Salvo en mi casa (y poca cosa), no creo que nadie espere hoy nada de mí. Eso, no se crean, es bueno, porque así a nadie decepciono.
Da tranquilidad de espiritu saberse indiferente, estar seguro de que aunque no salga de mi refugio nadie va a echarme de menos.
No es por mentar a la moza, pero es algo así como la ausencia de estar muerto, pero sin haber disfrutado la gente el sepelio.
Y sobre eso, que sepan que lo tengo escrito, no quiero velas ni rezos, ni público mirando mis restos, ni horas de fingidos lamentos: "Te acompaño en el sentimiento".
Lo que de mí quede, bien envuelto, guardado en discreto, sin gentes esperando evento. Luego la cerilla y el viento.
Ya sé que hay entre quien lee mis negros que no gusta de este excesivo acudir a recordar lo que no podré rememorar una vez suceda, pero a mí me llama hablar de ello, ponerle estampa y paisaje a lo que será cuando ya no sea.
No es malo saber que siempre anochece.
Y lo que quede...
En la cuenta de lo vivido me cuesta encontrar alguna maravilla.
Veamos:
Sí hay maravillosas cosas sencillas: Puestas de sol, besos, goles, risas...
Pero la vida es normalmente aburrida. Y cuando no lo es, suele abundar en desgracias, miseria y ruinas.
Quizás un cuarto de hora de 'belle epoque', y lo demás, la anodinez contumaz o el dolor, el miedo, la inquina.
Pero sí, en mi existir, hay una muy especial maravilla:
Ella.
Y es suficiente. Mucho más que suficiente.
Ahora bien, en lo que quede, quizás quisiera y suceda una aurora boreal, la explosión visible de una super nova, la visita pacífica de una inteligencia extraterrestre, la paz mundial; una Champions ganada por la Unión Balompédica Conquense...
Pero me doy por pagado en lo que supone esto de vivir con haber tenido y tener el amor de Ella.
No merezco tanto.
Inadaptado.
Fuera del traste,
la nota en la triste melodía
suena a confusión,
a desagrado.
Así es en mucho mi estar.
Alejado del sentir cotidiano.
Ajeno al empeño
de los más
que andan afanados
en logros vacíos.
Vanos.
Ir libre sale caro.
No se perdona
al no manso.
No es que me queje,
comprendo el caso.
La hormiga del jersey a rayas
pronto paga su descaro.
El león blanco
destaca demasiado en la sabana.
No hay cuna sin barrotes.
Así la vida nos prepara.
A la escuela,
a ser como Dios manda.
Y sobre lo demás...
La vida nos la hacen mal y, en general, en ese mal hacer nos conformamos.
Nadamos sin casi saber flotar en una densa sopa de mentiras, viejas y nuevas, pero con el mismo fin. Se trata de embaucarnos para someternos.
Miedo, superstición, culpa, tradición.
Todo es una amalgama de sombras (esa caverna) que desde la pantalla fingen ser la realidad y ahí somos engullidos por quienes manejan las luces que proyectan los espectros.
La poca y mala educación, la dinámica social consumista, el sentimiento inculcado de la necesidad de poseer cosas, la importancia de aparentar...
Los senderos del Capitalismo son evidentes, pero están bien adornados. Repletos de estímulos, de obligaciones, de imposiciones, de supuestos atractivos, de publicidad y engaño.
Transitamos hacia un destino que no existe.
Y no miramos la luz.
Dolbach.
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