la caja de pandora

He estado pensando demasiado últimamente, en lo fragmentada que se encuentra mi persona.

Mi cuerpo se ha dosificado, como aquel libro que escribió Dante Alighieri, pues soy la divina comedia repartida en un mundo abstracto que ni yo mismo comprendo, si divido mi cuerpo en dos partes iguales, la oscuridad siempre está removiendo el velo que subsiste junto a la lucífera luz eterna, estoy aterrado. Existe un mito que se desarrolla en la Ilíada de Homero, sobre una caja que Zeus le encarga a Pandora no sin antes advertirle que nunca la abriese; dentro de aquel objeto se encontraban todos los males del mundo, y ante la curiosidad que aquejaba a la mujer, ella decide ignorar dicha advertencia, abriendo la caja y destapando toda desgracia. Me conmueve, hace rato me pasé por la terraza en donde fumaba y depositaba mis dolencias sobre las estrellas, y mientras que de entre mis dedos se desvanecían las cenizas, yo también lo hacía, pues sentía como mi cordura iba en decadencia y ante minúsculas palabras se destapaba una oscura caja dentro mío, me asusté.

Ciertamente no he conectado con mi parte más consciente, últimamente las emociones habitan sobre mi piel y hace un rato derramé sangre sin querer, fue precipitado, como si de pronto mi cuerpo entero se llenase de veneno y ya no soy lo que solía ser antes y eso me mata de nostalgia; como un occiso esperando su final, he muerto incontables veces de maneras violentas a causa de manos ajenas, y cada vez que despierto respiro profundo porque sigo con vida a pesar de padecer con marcas que recorren todo mi cuerpo; lloro, en mi estadía yo lloro por las noches de veranos que se están acabando, y siento que la vida se me escapa de entre las manos. Quizá estoy muriendo de nuevo.