¿Compartís fotitos y videos con la leyenda Free Palestine, y a la vez alimentás a plataformas que invierten en el mismo "genocidio" que denunciás?
¿Haces pública tu solidaridad y tu caridad mientras vas corriendo detrás de la carita de Franklin impresa en papel?
¿Te quejás de lo hegemónico y de las reglas del mercado pero haces lo que sea por un puñadito de likes?
¿Hablas de "independencia creativa" mientras rogas por entrar en las playlists del algoritmo?
¿Te pronunciás en contra del mainstream pero sos una marioneta que lo obedece?
¿Decís que luchas contra el capitalismo y luego escondes la mirada detrás de tus gafas Gucci?
¿Te definís como "resistencia" pero te morís por seguir haciéndote viral?
¿Criticas la fama pero subís fotos perfectamente editadas?
¿Te burlas del brillo o de los que quieren llamar la atención pero no soportas pasar inadvertido?
¿Decís que odias las redes sociales pero vivís constantemente atento a las tendencias?
¿Te pronunciás sobre ética laboral desde un celular ensamblado en condiciones que elegís ignorar?
¿Hablás de que respetas a las mujeres mientras consumís "artistas" que denigran al "sexo débil"?
La Gran Bestia Pop no existe sin vos.
Se alimenta de tu doble discurso, de tu rebeldía de escaparate.
La haces gigante mientras juras que querés derribarla.
Sos parte fundamental de esa pantomima cada vez que reproducís, posteas, compras y compartís indignación para hipócritas que están en tu misma sintonía.
Y al final, cuando las luces se apagan, te descubren cantando como todos los demás:
"a brillar mi amor... vamos a brillar mi amor".
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