La Autopsia

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¿Que esperamos al abrir con el bisturí de la verdad, nuestro cuerpo mentira?
¿Esperamos encontrar la causa de la muerte o la consecuencia de ella?
¿Entendemos la separación del cuerpo con el alma, cómo tal? ¿Cómo fue sugerida? ¿Cómo fue creada?

Si solo pudiéramos entender que dentro de nuestro cuerpo habita la respuesta, no de forma física claro. El envase no tiene mucho que pintar dentro del lienzo.

¿Qué buscamos al abrir el ser?
¿El porqué de la existencia, el origen?
O quizás solo la evidencia de que,
al final, la muerte también tiene su propia autopsia:
un silencio definitivo,
una respuesta que ya no puede ser preguntada.

Los restos se estudian, se analizan,
pero lo más profundo permanece oculto,
porque hay cosas que solo el alma entiende,
y a ella no se le puede diseccionar.
Lo único que queda es la memoria,
la que ni el cuchillo puede cortar.
                               

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Cercenar y zurcir, separar y juntar.
Dentro de mí cuerpo partido, habitan las pequeñas y minúsculas respuestas a tantos misterios.
Quiso con cizaña, encontrar dentro mío, muerte y dolor. Solo admiro la vida del jardín de flores tupidas, que con lágrimas regué.

Tal vez, entendió que al abrir mí cuerpo a tajos, y meter sus manos en lo profundo oscuro de mí. Tendría la respuesta a tanto amor, tanto amor que jamás correspondió.

Quizás en esos esfuerzos en vano, en aquella autopsia, obtenga la miseria con la que deseaba cerrar mis ojos, así no poder volverlos a ver... Así será que pueda volver a descansar.
Así reconciliar el brote de mí ser, con el nuevo cuerpo de mí ausencia.