La auto referencia de los mediocres

Cada vez mis versos se vuelven más berretas; ya mi creatividad llegó a su techo. Y que techo más bajo, creo que es más un toldo que techo. Diría que es una de esas sombrillas de la costa que atraviesan alguna mesita de metal oxidada con el nombre de la bebida formato cola más consumida en el mundo estampada, justo adelante de donde uno se sienta, en uno de los polos de ese planeta de la glucosa. Volviendo al punto; mis versos son tremendos, pero no de buenos. Son un insulto a mi estirpe, pero tomando esta palabra en un sentido amplio; mis versos no solo son un agravio a mi propio linaje, son un agravio al linaje que todos los humanos tenemos en común ¡¡Por dios... estoy insultando a Eva y a Adán!!!

Quizás estoy siendo demasiado dramático. A nadie le importa. Entonces es completamente absurdo que yo hable. Parecen reflexiones de alguien importante las que yo escribo, simplemente que no soy alguien importante, y, que quizás, es la viva muestra de mi cara durez y mi falta vergonzosa de vergüenza. Caer en la autocopasion es feo; esa melancolía eterna se padece como un pingüino padece avistar a una foca leopardo. Sin embargo hay algo peor: carecer de cualquier habilidad para detectar los temas de interés humano, y, ni siquiera tanto, para detectar los interesenes propios. Y cuando el paradigma es así de desolador, solo queda algo que hacer; recordar con esa melancolía antártica esos dos o tres versos simpáticos que hiciste, esas dos o tres progresiones carismáticas, meterlas en una bolsa, y, esperar que la famosa entropia haga su trabajo. Dejar que esas partículas de aire se aburran y que luego de ese aburrimiento, que puede durar lo que lleva de viva la humanidad, decidan ver tus creaciones. No por interés,por desesperación. Y quizá, ahí y con algo de suerte, se junten y creen algo nuevo. Vos por supuesto te lo vas a acreditar. A este sofisticado proyecto yo lo llamo La auto referencia de los mediocres.