si ya no me arranco la piel con los ojos,
ni me arrastro el flequillo para atrás,
si no me hundo las uñas en el rostro
buscando pintar un color que me soporte.
si una mariposa se posara en mi mano
y ahogara el tornado en mi pecho
—si algo de lo que por mí hicieron permaneciera—,
no me estaría castigando en reversa.
aprieto los dientes.
encuentro un punto focal.
me saco la piel junto a las uñas.
me tenso hasta sofocarme.
si me pierdo hoy, si me pierdo indefinida,
es por aquello que no logro arrebatarme.
es paralelo a odiarme,
y limítrofe a adorarme,
porque la prosa me exilia,
y me sobra la piel que me encajona a ser.
porque cambio, todo el tiempo,
pero sigue mi rostro intacto
aún cuando hablo en un tono distinto
que no llega nunca a ser oído con mi voz.
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