La crisis es cambio nomás.
El mundo gira.
El tiempo nos persigue,
nos sentimos en la mira.
Y la crisis se asoma
como el sol, un nuevo día.
Pero el chisme está tibio
y nuestra conciencia está limpia.
Y si tuviera que elegir un lugar
para observar el mundo desplomarse,
sería acá, en los pasillos del Buenpa,
frente a las aguas danzantes.
Y si tuviera que elegir un lugar
para prometerte que nunca voy a cansarme
(de vos, de tu sonrisa, tus mates)
sería acá, en los pasillos del Buenpa,
con todo el arte iterante.
¿Cuál crisis, amigo?
Solo te veo, riéndote al lado mío.
Los pies sobre el asiento,
sabemos que no es correcto, pero
¿qué es la vida, sino este riesgo?
¿Cuál crisis, amigo?
Solo nos veo, esperando un amor verdadero.
Y ahí estamos, los dos:
la verdad justo al frente nuestro.
Pero abrimos poemarios cual oráculos,
y recorremos la feria sin tener un mango,
y buscamos respuestas sin preguntarnos
qué queremos, o hacia dónde vamos.
¿Cuál crisis? No hay crisis.
Solo son cambios.
La vida son gustos
dulces y amargos.
¿Cuál crisis? No hay crisis.
Solo somos humanos.
La vida son estos
altos y bajos.
Y si tuviera que elegir un lugar
para ver nuestros deseos realizarse,
sería acá, en los pasillos del Buenpa,
frente a las aguas danzantes.
Y si tuviera que elegir un lugar
para jurarte que siempre voy a apoyarte
(con crisis, con miedos, con duelos, con hambre)
sería acá, en los pasillos del Buenpa,
con todo el arte iterante.
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