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Kieninger; La fotaleza del ocio en la Ciudad de la música.

May 28, 2024

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Kieninger; La fotaleza del ocio en la Ciudad de la música.
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La ciudad en la que nací y me crié tiene un amplio folklore y sentido de pertenencia. Es importante que les cuente esto para ubicarlos en mi pequeño relato.(En realidad no tanto, pero amo hablar de mi ciudad)

Luque está al lado de Asunción y colinda con los centros urbanos más importantes del área central, nexo de caminos transitados por las aspiraciones. Yo siempre escribo que en las ciudades mueren los sueños, pero en Luque nacen. Así lo vieron sus aclamados poetas y músicos, vaya coincidencia de que me haya tocado habitar este espacio del amplio mundo. (Julio Correa para usted maestro estas letras)

Vibrando de azul y amarillo alienta la gente al equipo, los hinchas son reconocidos por su afamada violencia y llevan el sobrenombre paraguayizado de los hooligans ingleses. (Chanchonligans)

Voy a pecar un momento de parcialidad al decir que de todos sus barrios el cuarto es el mejor, ya que rodeando al centro histórico donde habitó el Mariscal Lopez y están enterrados los héroes de antaño, se encierran las zonas urbanísticas planificadas en otros tiempos; del primero al segundo pasando por el tercero y el cuarto. Por favor lector, visitante, no piense que es poca cosa y nunca confunda estos lugares.

La villa Adela, o el 4to Barrio son el hogar de la gran mayoría de mis anécdotas y si en algún tiempo pasado le preguntabas a algún vecino si vio pasar a un muchacho con melena y bigote vistiendo lentes de sol, paseando caminando escuchando rocanrol en su parlante, te dirían que están cansado de él y sus canciones irritantes.

El cielo de un azul profundo y el oro de los orfebres que enriquecen la cultura de esta nación olvidada, la república auriazul y la estación del tren. Mi abuelo me contó la historia de que el primitivo equipo de fútbol utilizaba los vagones del tren que movía ganado porcino para ahorrar el gasto del traslado hasta el estadio de Sajonia que todavía no se llamaba Heroes del Chaco, ya que la guerra latrocinia estaba distante pero se vislumbraba en un futuro próximo, los equipos rivales se referían despectivamente a los luqueños del vagón con la frase en guaraní de: "ou la kuré Luque" (vienen los chanchos Luqueños) mal para ellos porque lo adoptamos con gusto.

Acá es donde la historia confluye en mi propósito; el barrio alemán detrás de la calle América, en donde un viejo Sr. Valentín Kieninger tenía una casa colonial deshabitada que fungía de Charcutería durante los años del esplendor previamente narrado y antes de que la mayor parte de la población pereciera en los parajes del desierto Chaqueño. (Es inevitable que al hablar del Paraguay se evoquen momentos tristes)

Con toda la efervescencia hippie, me aventuraba en las distintas plazas del cuarto barrio para fumar un porro y escuchar al Pity. De ahí que conociendo más gente de la misma onda me hayan hablado de ese garito, que albergaba toda una escena de marginalidad subterránea. Como ese estilo de cosas despiertan una activación inherente en mí tuve que ir a descubrirlo por mi cuenta.

Sorpresa mía que al llegar haya encontrado a gente conocida, hermanos mayores de amigos, vecinos, parejas que utilizaban las numerosas habitaciones para poblar de amor el olvido y colchones y camas tiradas en los innumerables pasillos. Es curioso que de todas las personas me hayan mostrado a mí "la bitácora" o cuaderno que un artístico junkie convirtió en un verdadero tesoro de la literatura nacional.

Lo tenía todo y yo lo recuerdo, retratos, paisajes, anécdotas y cuentos de viajes lisérgicos de las personas que acampaban, incluso describía a la perfección cuando la policía hizo una redada y todos los presentes se escondieron en la recámara del frigorífico. Muy poético, muy literario. Como yo transcurrí la media mitad de mi juventud visitando esa fortaleza del ocio, se me cruzan y entreveran las anécdotas que pienso resumir en estos sencillos párrafos; mi primera pálida vistiendo el uniforme completo de un reconocido colegio privado; camisa, corbata, saco azul, perfecto presagio de la bohemia que venía (aquí los vagos paraguayos declamaran al unisono "marcación") y un amigo que me arrastró cual herido de guerra por el amplio patio hasta un kiosko donde me compró caramelos (¡Azúcar revive a este jovencito perdido!)

Ese mismo amigo perdido dos días en la habitación fumando crack, yo fumando con él y queriendo escalar y derribar paredes con el subidón y la adrenalina y por último la noche en que hicimos una fogata y nos rodearon las camionetas de los vecinos cansados del barullo alumbrando con sus luces y haciendo tiros al aire y nosotros escapando por el monte como la selva vietnamita.

Con la moderna gentrificación de la ciudad todos esos sueños desaparecieron para brotar un día como hoy en mi memoria, hoy en día creo que el terreno es un complejo de casas dúplex en donde habitan chetos que no tienen idea de los susurros celestiales que todavía impregnan esos lares.

Un conocido de ese grupo cuyo nombre no me perdono olvidar se había suicidado en una de esas habitaciones de la casa colonial ahora demolida y me concientizó sobre la fragilidad de la vida, el amigo que se perdió fumando crack ahora vive en España y no hay un día en donde no lo extrañe. Tantos momentos como lágrimas en la lluvia...

Soldado Desnudo

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