Kairós

Qué fácil fue leernos la mente, amor, y adorarnos a través del fuego que provocaban las dudas que se convertían en historias. Qué fácil fue acariciar tu cara, rogando hacerte mío durante un segundo eterno como en el País de las Maravillas.

Lograste que mis colores pasteles se fundieran con el calor de nuestras piernas entrelazadas, con el canto de tu guitarra y con cada baile de mis zapatillas en una callecita de veredas altas. Las yemas de tus dedos convertían todo en oro con una ternura de la que Midas estaría celoso.

Y así, abrimos un portal a una vida paralela donde el tiempo no se mide en calendarios. Los minutos eran años gracias a tu seductora verdad. Noviembre nunca antes había sido tan hollywoodense, con princesas, bestias y caminos que se bifurcan.

Cervezas, fantasías, kilómetros y la locura como estandarte. Me convertiste en una muñeca de cabello enredado con los labios rojos de tanto sonreír, que durante cuatro días fue completamente tuya y solo quiso verte feliz.

No me salió despedirme de una química que chispeaba, de los ojos más hermosos que vieron los míos y de una imaginación que me transportaba a un carnaval de primaveras doradas. De los cuentos con quince o veinticinco años, la falda corta y los excesos por las mañanas.

Y me fui, dejando el corazón en tu mano y el cuerpo hecho pedazos por entregarme a la incertidumbre de quererte sin planearlo. Vos seguiste tu camino de valijas y rutas montañosas, llevando mí alma en un bolsillo, mis fotos en tu carrete y una invitación a venir a vivir conmigo, en un pueblo de ríos y verdes.

Quiero que sepas que, al ver la primera estrella de la noche, hay un deseo que voy a pedir: no te olvides de mí, de mis cambios de humor y de las palabras que te susurraba al oído cuando tus manos memorizaban mí piel. Yo prometo recordarte en cada canción acústica que suene en la radio, recordar tu dulzura, tu iniciativa y fortaleza porque tenías todo eso que una piba puede pedir.

Escribo esta historia de amores estrellados, de almas gemelas a destiempo y de aventuras que cambian vidas con el único propósito de dejar bien claro que espero volverte a ver, con sueños cumplidos y frustrados que nos enseñaron a crecer, y abrazarte hasta que los huesos rotos se acomoden otra vez.