Juguete

Ser el juguete favorito de alguien es una realidad divertida. Siempre estás presente en su vida, siempre te toma en cuenta. Te vuelves útil. Hasta llegas a creer que tu vida será de esta manera: tan simple, tan delicada, tan amorosa. Te equivocas, llega un nuevo juguete, uno en mejor estado, uno que te supera por todos lados. Dejas de ser el favorito, te vuelves algo desechable.

Ahora tu mundo es una pesadilla; lo que pensabas lejano se volvió tu realidad. Te arrepientes de haberte convertido en un juguete. Quieres escapar del plástico, deseas volver a ser tú mismo. No puedes, nadie puede. Ese alguien te convierte en su juguete de nostalgia; solo eres utilizado cuando extraña el pasado. Quieres llorar, quieres reír, quieres bailar, quieres escapar. No quieres este final.

El tiempo pasa, el polvo se convierte en tu capa protectora del mundo exterior; esto se ha vuelto monótono. Ya ni te busca, ya ni te recuerda. Te has convertido en un acumulador de telarañas; ellas sí que son buenas amigas. Tus lágrimas dejaron de caer hace mucho tiempo, pero la tristeza no se ha disipado. Gritar al cielo en busca de ayuda es tu última opción, no quieres el plástico que te rodea. Respirar el aire fresco suena como una mejor idea; quizás allá arriba te escuchen y se compadezcan de ti, pero por ahora seguirás siendo un juguete.