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Jugo de guayaba

May 23, 2025

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Jugo de guayaba
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El viento hace que los árboles tambaleen, las hojas vuelan por los aires y una basurita se incrusta en el ojo de alguien que se talla con agresividad. En un cruce dos automovilistas se mientan la madre con el claxon.

La gente casi se empuja en su afán por pasar lo más rápido posible antes que el semáforo cambie a la luz verde, pisaron el pie de un señor que caminaba lento, un niño se le escapa a su mamá hacia la resbaladilla mientras ella grita qué no se aleje.

En el otro extremo de un parque una banca completamente sola, algo raro para la hora, un tipo se dirige a sentarse en ella con paso veloz para que nadie le gane, trota, casi tropieza. La gana, nadie se ve alrededor. Mira hacia ambos lados y piensa "qué pasará por la mente de toda esa gente que transita por aquí".

Le dio un trago a su jugo de guayaba, carraspeó y puso la botella a lado. Vio caminando a una pareja de estudiantes que se comían con la mirada, la locura de la juventud por la que alguna vez él pasó, se rió casi burlándose del recuerdo que le traía. Del otro lado una señora paseaba a su perro, un "Poodle" blanco, que se revolcaba en la tierra mientras su dueña se rendía en el intento por evitarlo.

Bebió más jugo de guayaba.

Una pelota de pronto golpeó suavemente su pie izquierdo, volteó casi instantáneamente cuando se escuchaba un "bolita por favor". Se levantó, tomó la pelota con ambas manos y la aventó lo más propiamente posible a modo que llegara al niño que la pedía. Se sentó sonriendo.

-Cada cabeza es un mundo, ¿cierto?. -

No se había percatado que al lanzar la pelota se había sentado en la misma banca una anciana qué se veía tierna pero poseía una voz bastante dura.

-Así es-, contestó un poco incómodo. Siempre buscaba la manera de sentarse solo, para nada le gustaba tener extraños cerca mientras disfrutaba de su momento de soledad.

-Te ha molestado que me sentara aquí, no había más bancas libres-. Dijo la anciana como si no le importara la molestia de aquel hombre.

-No se preocupe, adelante-, respondió.

-Hace muchos años que me gusta venir a sentarme solo a observar a la gente, me fijo en la expresión de sus rostros y me hago una idea de su estado de ánimo-. Intentando hacerle plática al tipo que permanecía callado.

Parecía no hacerle mucha gracia la compañía, pero la anciana se empeñaba en dialogar. Y poco a poco fue doblegando la seriedad de su compañero de banca.

-¿A ti que te trae por aquí?- volvió a insistir.

-También de repente me gusta observar a la gente-, por fin respondió.

-¿Es relajante verdad?-

-Pues, más bien lo hago para pensar cosas acerca de mí mismo-.

-Ya veo, ¿algún consejo que necesites? Soy buena en eso, mi edad me avala-. Soltó una risa bastante tierna y contagiosa.

-No lo sé, me gustaría entender muchas cosas pero también sé que no todo tiene explicación-.

-Pues sí, no todo debe tener una explicación lógica, tal vez la hay. Depende de la situación-.

-He ahí el gran dilema-. Soltó un bufido.

-No se te olvide que también soy mujer-.

El tipo giró la cabeza al mismo tiempo la anciana levantaba una ceja en señal de que confiara en ella.

-¿Es una especie de adivina?-

-No necesito ser adivina para saber que tu dilema es con una mujer-.

Soltó una carcajada nerviosa. Y se bebió lo último del jugo de guayaba qué quedaba en la botella.

-Juzgo por la expresión que pusiste que hay un sentimiento fuerte hacia ella, y la cabeza te da vueltas buscando la manera o la forma para algo-.

-Wow! Si que tiene experiencia. Con tan solo verme supo todo eso-.

-Tuve un hijo, y constantemente me platicaba sus líos con las chicas-. Esbozó una sonrisa pero se le veía cierta tristeza en los ojos.

-¿Su hijo?-

-Mi único hijo-.

-¿Y dónde está el ahora?-.

-Murió hace unos años-.

-Lo lamento mucho-.

-Lo sigo extrañando, pero la mejor forma de honrarlo es haciendo lo que hacía con él, platicar mucho. Por eso parezco perico-. Volvió a reír tiernamente.

-Qué bonita historia-.

-Pero, no es mi historia la que íbamos a contar-. Replicó la anciana.

-Pues no sé si llamarle "lío" a lo que yo estoy pasando, pero sí es algo que me ha traído aquí. A sentarme a ver pasar la gente y al mismo tiempo pensar, pensar y pensar.

-Sobre pensar tampoco es bueno, es mejor actuar-.

-En eso si tengo un dilema-.

Pasaron largo rato platicando, se rieron, llegó el momento en que el tipo se levantó y fue a comprar unas galletas y estuvieron compartiéndolas, constantemente se escuchaba el dichoso "bolita por favor", el cual ya lo tomaban con más ligereza. Se contaron muchas cosas como si se conocieran de años atrás.

El atardecer poco a poco se fue adueñando del cielo y la plática tan amena se fue terminando, y entre risas y una que otra broma comenzaron a despedirse.

-De verdad no sabe cuánto agradezco que las casualidades de la vida la hayan traído a sentarse junto a mí-.

-No hay casualidades, posiblemente estaba ya escrito qué debíamos cruzarnos en el camino para tener esta charla. Y así como nos cruzamos tú y yo, quizá te cruzaste con esa chica de la que estás enamorado.

El tipo abrió los ojos tan grande como pudo, el asombro lo invadió.

-Todo lo que me has confesado, mismo que agradezco después de lo difícil que fue que te abrieras conmigo, me indica precisamente eso. Que estás enamorado. ¿O me equivoco?-.

Después de respirar profundamente soltó su respuesta como disparo.

-No, no se equivoca-.

-Yo ya me tengo que ir a descansar. Igual no me queda mucho tiempo en esta vida, lo que me lleva a decirte que si realmente sientes algo por ella, sé un guerrero que lucha por ese amor, no seas un desertor, no huyas, de esos hay muchos en este mundo-.

-Me provoca mucho más que amor, muchísimo más-.

-Entonces... Haz lo que tengas que hacer-.

La anciana se alejó lentamente con una sonrisa y tarareando una canción. Le había hecho bien aquella tarde. Y el tipo se levantó de aquella banca hasta que la perdió de vista.

"Haz lo que tengas que hacer" se repitió esas palabras todo el camino de regreso a casa. Se sirvió una copa de vino se sentó en el sofá, ahí lo entendió y despuésde tomar su chamarra salió despavorido a buscarla.

Roberto García

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