Quizás la petanca.
No sé si hay campeonatos con dinero en juego para todos los deportes habidos y por haber, pero si así es, ninguno es honesto a tiempo completo.
Sobornos, dopajes, irregularidades de todo tipo, hacen que no gane el mejor sino el que al mejor postor le interesa que gane.
Ciclismo, boxeo, tenis, curling; por supuesto el fútbol. El deporte rey es el rey de la corrupción.
Comisiones en fichajes, compra-venta de árbitros, torticeros editoriales y titulares de periódicos, irregularidades contables en los clubes, chanchullos de todo tipo en todos los estamentos, en todas las categorías, en todos los países.
Desde la simple simulación de un jugador que se deja caer en el área por un leve roce con un contrario (a eso, por cierto, lo llaman pillería, y así le hacen un flaco favor a la honestidad en el deporte), hasta la compra de equipos por parte de ricos, muy ricos, jeques o jaques, todo está contaminado, sucio, corrupto, feo.
Pasa otro tanto en el arte pictórico.
Pasa otro tanto en la música.
Pasa otro tanto en todo ambiente en el que se mueva dinero a espuertas.
Estrellas y michelines.
El dinero debía ser una herramienta, tan solo eso; pero es una arma. Muy potente.
Megatones o algo de eso. Y los carga algo peor que el diablo: Seres humanos.
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