He caminado con soledad y con visiones a la nada, he caminado sin consuelo y con la mirada fija al suelo, pero aún así el viento remolineando y levantando todo para que te conozca,
como una confabulación de la naturaleza. El sol entra en escena presentando el ocaso, uniéndose armónicamente con el coro de las olas,
mientras el silencio estruendoso del cruzar de nuestras miradas y el derroche de serotonina que hace florecer una sonrisa nerviosa.
Que sirve como combustible que enciende un corazón, como un motor que se acelera con cada paso que das hacia mí,
con cada tacto nace un terremoto que no destruye, pero desencadena un alboroto y la algarabía de nuestro encuentro se extiende en el firmamento con unas cuantas estrellas que rivalizan con tu mirada, devolviéndome todo y quitándome esa nada
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