Juego de Recuerdos, Gestos y Esperas...

Se enamoró de una manera que nunca imaginó posible. Aquella persona le hizo sentir emociones nuevas, profundas, de esas que parecen quedarse grabadas en el alma. Sin embargo, la historia no fue como esperaba. La persona que amaba aún no había superado a su antigua pareja, y a pesar de todos sus esfuerzos por hacer que olvidara ese pasado, el amor no floreció como él soñaba. Solo deseaba escuchar, aunque fuera una vez, un “te quiero”, pero ese momento nunca llegó.

Mientras la otra persona buscaba compañía en otros brazos, él se sintió vacío, dolido, y aun así no pudo dejar de extrañar cada mensaje, cada conversación, cada instante compartido. Anhelaba volver a esos días simples, cuando visitó su ciudad, cuando tomaron helado y compartieron un tereré entre risas. En esos momentos era feliz, eran felices.

Hoy, ningún día pasa sin que espere un mensaje o una señal que indique que también lo extrañan. Sabe que no debería mostrar tanta fragilidad, pero se pregunta cómo se puede olvidar a alguien que fue parte de su rutina, de su tiempo, de su vida. Cómo se deja atrás a quien conoció sus risas, sus abrazos, sus problemas y sus silencios.

Ahora esa persona está lejos, tal vez trabajando, y él siente un vacío al pensar que no podrá acompañar sus logros, como aquella persona acompañó los suyos. Le cuesta escribir lo que siente, porque cada palabra le quiebra la voz. A veces recuerda una canción de Zoé que dice: “Luna, no me abandones”, y siente que esas palabras reflejan su propio deseo de no perder del todo lo vivido.

Si algún día esa persona llegara a leer lo que escribe, sabría cuánto significó, cuánto sigue significando. Y si alguna vez le preguntó si todo esto era para él, la respuesta siempre fue clara: sí, siempre lo fue, escrito desde el corazón y con cariño sincero.
En algún lugar de este país, espera que sus palabras lleguen, aunque sea como un eco de lo que alguna vez fue amor. Porque, al final, solo quiere decir una cosa: lo extraña.