Un sol tibio atraviesa la ventana mientras un fuego débil calienta mis párpados. Un deseo ferviente de que este detalle fuese suficiente para conmoverme, pero mis ojeras se tensionan ante el ardor de unos ojos que soportan angustias que nada saben del lenguaje, sino de la espera. Camino inestable por las más genuinas fantasías y fugaces ceremonias, con un corazón entre manos y una ambición que me cala hasta los huesos. No hago más que buscar y no encontrar, perdida estoy en los jardines de mi mente. Quisiera danzar y girar en ellos, descalza, al ritmo de las más tiernas melodías. Es que así debe sentirse el afecto de tu mirada hacia la mía mientras un sol tibio atraviesa la ventana, mientras tus dedos intentan atenuar sus rayos de luz. Mientras tanto, hago arder estas palabras de ausencia en el silencio de este fuego débil que calienta mis párpados.
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