Iracible oxidarse

Las palabras son repugnantemente abundantes en su merecida tachadura que agujerearía la hoja con una de esas que metés cuando alguien se ensimisma vulnerablemente con un algún aspecto que no tiene que ver que el espectro de un rostro.

Cuarenta flechas de cada uno de los espacios para decir que reís de la debilidad generada, la vida ultrajada, aprovechando una de tres o cuatro situaciones dónde puede estable el cuerpo y no se transforma en el retazo de una memoria humillante, de una cabeza gritando contra un vidrio asintomático.

Parece distinguir orgullo en la hazaña de engañar para objetivar y dar cuace a la propia creación.

Un hombro y un entendimiento había, vamos otra vez con otro capítulo de "las cosas que nunca hice", y después reír a lo tonto.

Pero el caballero no puede andar con el armadura blanda u oxidada. Mucho menos con la piel desnuda. Quién sabe los peligros que se avecinan al tener una conversación incómoda y más control.

La risa tapa mucha decepción y tristeza.