Invierno

Mientras esperaba durante media hora a que la dueña de casa me abriera.

Experimenté el primer frío del invierno.

Pude ver dos personas cargando la caja de una camioneta con una mudanza y a una familia tipo, volviendo de vacaciones bajando primero a sus tres gatos, después bolsos y valijas cruzando de la meriva a la casa y de la casa a la meriva.

Ya pasaron 25 minutos y empiezo a entender que la noción de la distancia es siempre subjetiva. "Cerquita" dijo. Estoy "cerquita".

Lo peor de esperar sentada en el escalón de la puerta de un edificio no es que los negocios cierren o que la gente que me vio llegar ya empiece a mirarme con lastima, lo peor es que no quería venir. No porque no tuviera ganas, mas bien porque me pica la garganta un poco, como cuando uno se está por engripar.

El invierno siempre es un poco triste. Hay menos luz, no dan ganas de salir, todo es un poco más cuesta arriba. Más capas de ropa y más peso en la espalda, más distancia con los otros, más soledad.

Es más largo que el verano y pasa más lento. No quisiera abandonarme a mi frazada hasta septiembre pero si sopla viento fuerte y no hay amor.

No tengo remedio.