Encontraba refugio en el murmullo, que lejos de aún aumentar mas mi nerviosismo me hacia sentir perteneciente a algo. A alguna gran masa heterogénea de la que nunca hubiese querido ser parte de no ser por estar ya transitando el camino que mi mente me encomendó para mi futura tranquilidad.
Esto funciona habitualmente como un comienzo, como lo primigenio en la materia de la que hablamos. Pero yo solamente observo como el tiempo se para, precisamente para que al retornar a su flujo normal, el apocalipisis del que aún sigo escapando siga su curso natural hasta borrar cada gramo de espiritu que me esforce por no descuidar. Esto, siendo realistas, no cambio nada. El resultado es simplemente inútil, tanto como un descubrimiento sin analisis. Sin alma, otro show expuesto para que todos puedan observarlo por la eternidad.
Esta eternidad que precisamente no lo hace especial, ni siquiera por su irreversibilidad. Simplemente es esta la caracterista que lo vuelve desgraciadamente perdurable.
Solo eso. Una vez mas somos yo y la eternidad, junto al abismo. El abismo que esta vez no es capaz de ver dentro mio. Ya no le doy esas atribuciones. No mas. Tal vez lo juzgue demasiado rapido, tal vez no lo aproveche como herramiente. Sinceramente no se puede observar muy bie el panorama desde acá abajo. Eso seguro.
Tambien estoy seguro que la aternidad que me ata al abismo no es mas que mi propio intento de atormentarme para demostrarme algo, supongo. Aunque bien en el fondo tengo conocimiento que no hay nada que ese abismo, ese mismo abismo que me persigue de hace tiempo, tenga para mi hoy. Simplemente estoy en constante alejamiento, constante lucha. Constante cansancio irremediable resultado de la obligatoria huida. El abismo intenta mirarme, otra vez. Pero no puede, no mas, nunca mas.
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