Me tomó fuerte con las manos,
me miró tan profundo que desvirtuó mis intenciones
las hizo suyas.
Yo lo até a mi con la extensión de mis argumentos
y cuando está ahí
me gusta hacerle creer que sabe,
que tiene el poder.
Más en mí se vuelca con intensidad
deborando el tiempo a su alrededor,
se le olvidan sus detalles, los lleno con los míos.
No me disculpo si son ideas oscuras,
no pediré perdon si el misterio no se resuelve,
al fin y al cabo le será dificil creer
que no compartimos algún punto en común.
En nuestra unión unificamos la salvaje exterioridad.
Lo veo reir, lo veo llorar,
lo veo bien peinado, o antes de dormir,
cuando refleja el cansancio
en la poca concentracion con que me sostiene, o cuando de repente me suelta dormido
y pierdo el contacto con sus ojos descuajados.
Se quedará pensando en mí de todas formas,
tal vez sueñe lo que soñamos, lo que soñó mí creador con que sueñen sus fieles.
Su única certeza es creer que sabe
lo que aguarda en las otras páginas.
La mía, esperar que así sea.
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