Me animo a sugerir que uno de los errores centrales del pensamiento moderno es creer que el conflicto debe ser superado o eliminado. El conflicto no se supera. El conflicto se integra. Integrar el conflicto implica aceptar que ahora forma parte de la materia que habitamos. Descartar el caos equivale a no aceptar el proceso que estamos atravesando y a intentar producir un corte artificial en una dinámica que continúa operando, nos guste o no.
Esta posición no es ingenua ni complaciente. Marco Aurelio sostuvo que aceptar lo que sucede como si hubiera sido elegido no es un acto de resignación, sino una forma de alinearse con el orden de lo real. Aquello que ocurre ya está operando. Negarlo no lo detiene. Integrarlo permite trabajar con ello sin quedar sometidos a su inercia.
Mis aprendizajes en este método me han llevado a una conclusión concreta. Para integrar un conflicto es necesario tener un plan. Ningún plan existe sin una idea previa y ninguna idea se convierte en plan si no se le dedica tiempo. El tiempo es un factor central en cualquier proceso real de transformación. No se trata del tiempo acelerado de las redes sociales ni del tiempo condensado de la ficción, sino del tiempo de la realidad, que es lento, desigual y ajeno a nuestras expectativas inmediatas.
En este punto resulta inevitable recordar a Epicteto, cuando señala que no son los hechos los que perturban al ser humano, sino el juicio que hace sobre ellos. El tiempo de la realidad no responde a la urgencia subjetiva ni a la necesidad de resultados inmediatos. Responde a su propio ritmo, y comprender esto evita que la expectativa se vuelva irreal o destructiva.
Lo primero que debe aceptar una persona es que el tiempo de la realidad no coincide con su tiempo personal. Se trata de un tiempo más amplio, casi impersonal, que organiza los procesos más allá de la voluntad individual. En este sentido, Baruch Spinoza resulta clave cuando afirma que no se trata de llorar, reír o detestar, sino de comprender. Comprender implica ajustar la expectativa de la idea a las posibilidades reales y también económicas que permitan sostenerla en el tiempo sin quebrarla.
Desde esta perspectiva, comprender el propio caos no es suficiente. Es necesario también comprender el caos de los otros. Los procesos humanos no ocurren en aislamiento y ningún plan se sostiene en soledad. Cuando ayudamos a otros a integrar su caos y cuando permitimos que otros nos ayuden a integrar el nuestro, se genera una red de apoyo que vuelve viables las ideas y les da estructura concreta. Seneca advirtió que las emociones no trabajadas se convierten en fuerzas que gobiernan la acción de manera ciega. Integrar el caos propio y ajeno no significa resolverlo por completo, sino impedir que actúe desde la sombra y se reproduzca como conflicto no pensado.
Solo de este modo las ideas dejan de ser abstracciones y comienzan a transformarse en planes posibles. Solo así las expectativas dejan de operar como ilusiones para convertirse en proyectos capaces de atravesar el tiempo de la realidad, con sus límites, sus demoras y sus consecuencias.
La naturaleza ofrece un ejemplo preciso de este proceso. Cuando una bacteria ingresa en la ostra, no puede ser expulsada. La ostra no elimina el caos que irrumpe en su interior. Lo integra y recubre, trabajando con esa intrusión capa tras capa hasta transformarla en una perla. El caos inicial no desaparece, pero deja de interferir. Se vuelve forma. Se vuelve estructura. Se vuelve arte.
Mi propuesta consiste en integrar el conflicto del mismo modo. Dejar de negar lo que hiere o dedicarle energía a corregirlo solo genera desgaste y frustración, lo que te invito es a incorporarlo conscientemente al proceso vital. Cuando el caos es trabajado y no rechazado, deja de gobernar desde la sombra y se convierte en materia transformada. Como la ostra, el ser humano puede integrar aquello que no eligió y hacer de ello una forma que sostenga su existencia.
Andreina Alessio.
Andreina Alessio
Ocultista, Wicca, Maga, Bruja, Astróloga, Filosofa hermética, Licenciada en Comunicación Social, todo eso, todo junto, a la vez.
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