Instrucciones para bailar en el fondo del mar

Mírese en el espejo. Sostenga la mirada fija en el mismo punto. Repase sus labios y sus mejillas con intensidad. Piense en lo poderosa que se siente cuando usa labial rojo. Escuche el sonido de la puerta. Contenga la respiración. Revuelva la cartera despacio. Tire los tickets del cajero y los papeles de chicles arrugados. Aborrezca el olor a menta. Sienta una presión en el pecho. No se resista: deje que el dolor la atraviese. Diga: “Este es el fin”. Soporte su propia existencia. Deje caer su cuerpo contra el cubículo del baño. Desabroche las hebillas de sus sandalias. Perciba el frío del metal y la suavidad de la gamuza. Apoye los pies en las baldosas pegajosas. Adopte la forma que su columna le pida. Diga: “Esto es todo”. Sienta los restos de arena dispersos alrededor suyo. Respire profundo. Llene sus pulmones de olor a sal. Recuerde su niñez. Vea a su madre enfrentar las olas cargadas de soledad. Vea a su padre recibir los rayos del sol con impunidad. Véase a usted misma construir castillos frágiles a la orilla del mar. Estire las piernas contra el inodoro. Sople los granitos de arena incrustados en la palma de su mano. Pregúntese si todo aquello fue el inicio de la maldición. Identifique a la angustia posada en el esternón. Sospeche de su propia memoria. Haga fuerza para olvidar. Cierre los ojos. Escuche pasos firmes de tacones contra el piso. Agudice el oído. Sienta unas ganas irrefrenables de bailar. Sitúese en el fondo del mar. Imagínese bailando. Deje que el agua la sostenga. Piense en los misterios de la oscuridad y en los rayos de luz que la atraviesan. No deje de moverse. Deduzca, como siempre, que las catástrofes duran un instante. Vuelva a la fiesta. Cree nuevos recuerdos. Las olas van y vienen.