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Insomnio del alma.

Ibdā'

Mar 31, 2025

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El insomnio es más que la ausencia de sueño; es un destierro involuntario al reino de la vigilia eterna, donde la mente, como un astro solitario, gira sin descanso en la oscuridad. En esas horas silenciosas, cuando el mundo duerme y el cosmos extiende su manto indiferente, el insomne se convierte en un filósofo a la fuerza, confrontando el abismo de su propia existencia.

La filosofía antigua ya intuía esta agonía. Los estoicos hablaban del logos, un orden universal que todo lo rige, pero el insomne, en su noche interminable, percibe solo el caos: un universo que no duerme, pero tampoco lo acompaña. Como el marinero de un barco fantasma, condenado a navegar sin puerto, el insomne surca cada noche el mismo mar de sombras, lanzando redes al vacío en busca de un descanso que se desvanece con el alba.

El cosmos, indiferente, sigue su curso. Las galaxias giran, los agujeros negros devoran luz, y en algún lugar del vacío, una estrella muere. ¿Qué es una noche en vela frente a ese espectáculo infinito? Y sin embargo, en la pequeñez de nuestro insomnio hay algo profundamente humano: la rebelión contra la fugacidad, el anhelo de permanecer despiertos en un mundo que nos urge a dormir.

Tal vez el insomnio sea un recordatorio de nuestra fragilidad. Somos criaturas hechas de tiempo, pero el tiempo no nos pertenece. La noche nos devuelve a nuestra condición primordial: seres arrojados a la existencia, sin manual ni garantías. En la quietud oscura, el insomne no lucha solo contra el sueño, sino contra el silencio del universo, que no responde.

Pero hay una extraña belleza en esta vigilia forzada. Cuando todos duermen, el insomne se convierte en testigo de lo que nadie ve: el amanecer que nace lentamente, el primer pájaro que rompe el silencio, el instante en que la noche se rinde. En esos momentos, quizás, se vislumbra una verdad filosófica: que incluso en la intemperie de la noche, seguimos siendo parte del cosmos. No dormir no nos aleja del universo; nos obliga a mirarlo de frente, sin mediaciones.

Al final, el insomnio es un viaje sin mapa, una navegación a través de las sombras de la conciencia. Pero en esa travesía solitaria, hay una pregunta que resuena como un eco estelar: ¿qué hacemos con nuestras noches en vela, sino buscar, en la inmensidad del cosmos, un fragmento de nosotros mismos?

Ibdā'

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