Comenzó a pisar insectos a la edad de cinco años. Le atraía el crujido. Un estremecimiento particular que sustituía por hojas secas en el parque o cáscaras de frutos secos en eventos sociales. Incluso en su noche de bodas disimuló aplastar una araña cuando esta se posó sobre la alfombra. Era feliz al verlos desmembrados en su suela. Guardando fotografías, cada tanto, para rememorar sus sensaciones. Fueron estas las que le hicieron ganar un concurso denominado “macro homicidios en perspectiva”. Motivándolo a cambiar de trabajo. En su nueva vida, disfrutaba su tiempo aplastando variados artrópodos, himenópteros y arachnidas. Encontrando en su camino una reforestación carbonífera. Impresionado por la altura de las formas se adentró en las plantaciones, pero sin encontrar lo que deseaba. Llegando la noche, y con ella el frío. Buscó refugio. No podía creerlo. Estaba perdido, indefenso. Con solo su papel fotográfico para masticar, llamó desesperado, pero su esposa no le devolvía las llamadas. Y aunque gritara, hacía eco en la nada. Entonces un insecto que rugía al aletear se acercó a él. De color marrón y lanceta rojiza, descansó en su mano, y este acercándose para verlo mejor, lo dejó beber de su boca.
Imagen de Pexels. Propiedad de Egor Kamelev

Verónica Abir
Solo lo intento cada día, como respirar. Ves tus ruinas como son, libres de la ilusión, las expectativas (...) de modo que por fin puedes empezar a contar las tuyas. BELMAR, Issac
Recomendados
Hacete socio de quaderno
Apoyá este proyecto independiente y accedé a beneficios exclusivos.
Empieza a escribir hoy en quaderno
Valoramos la calidad, la autenticidad y la diversidad de voces.
Comentarios
No hay comentarios todavía, sé el primero!
Debes iniciar sesión para comentar
Iniciar sesión