inevitable ★
Jul 4, 2025
nadie ha vuelto a llenar el perchero, ¿lo sabías? entonces se puede notar esa esquina irregular, torcida por el peso que tenía tu abrigo favorito, con los hilos salidos en las mangas y ese bordecito que siempre olía a dulce. se fue contigo, como la cafetera vieja que solo funcionaba si la tocabas tú primero. dejaste la taza rota, sí, la del borde astillado que decías que era especial porque te hacía tomar más despacito. pero todo lo demás… lo demás lo arrasaste. te llevaste las cucharitas pequeñas, los fósforos, los recibos que pegabas en la nevera con esos imanes en forma de frutas. ni la manzana quedó y era tu menos favorita. te llevaste la música, las plantas, la cobija con pelusa que solía quedarnos grande a los dos y ahora apenas me sirve para taparme las rodillas. y no estoy exagerando, eh. también te llevaste la forma en la que entraba la luz por la ventana. se siente más blanca, más pálida, como desinfectada. sin ti, el sol es eso: una lámpara más.
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quedaron tus pasos marcados en las baldosas. no los barro porque no quiero que se borren. ahí está la línea torcida que hacen tus pisadas cuando te apuras a salir, cuando olvidas las llaves o cuando me traías una flor chiquita entre los dedos. ¿te acuerdas? la dejabas sobre el tostador, o entre las páginas del libro que sabías que no iba a leer. hoy abrí ese libro, por si acaso. no estaba la flor, no estabas tú, no estaba ni el intento. te llevaste hasta eso: las promesas de tus manitas pequeñas dentro de las mías, lo que pensaba que iba a durar más que una eternidad. ni los olores quedaron. huelo la almohada y me devuelve humedad, no tu perfume. huelo mis dedos y no hay tu champú, ni tus uñas recién cortadas. todo se fue. y si me pregunta, me parece injusto, porque yo me quedé en un lugar del cual me quiero ir.
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te quedaste con mis agendas, las que tú mismo me regalaste. las llenabas de notitas al borde, de dibujitos con caritas tontas. las escondías entre las fechas, sabiendo que las iba a encontrar después. ahora tengo una libreta nueva, pero no tiene sorpresas. anoto cosas como “lavar ropa” o “llamar a la abuela”, pero ni siquiera me llamo a mí mismo. estoy en silencio, mirándome las rodillas, preguntándome por qué no duele físicamente el hueco que dejaste. ¿o sí duele y aprendí a respirarlo? me duelen los dientes a veces. ¿es eso parte de perderte? me pican los ojos, me duele la nuca. me estoy secando, me estoy secando de verdad. el cuerpo pierde agua, los labios se me agrietan, la piel se queda sin nada. ¿tú sientes algo allá donde estás? ¿te da cosquillas la ausencia mía?
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el cuarto ya no huele a casa. no sé cómo explicarlo. se siente en el piso, en los estantes, en la forma en que la cama me mira cuando no me quiero acostar. hoy a los muebles les hablo y les pido perdón por lo poco que los uso ahora. les digo que me cuesta moverme, que no es culpa de ellos. los espejos están tapados. me asustan. ya no veo mi color favorito en mi cara. ya no veo la sonrisa chiquita, esa que sólo tú me sacabas cuando hacías algo tonto a propósito. hasta esa versión mía se fue contigo. y tú, tan callado, tan suavecito, ni me avisaste que la ibas a llevar.
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me dejaste las palabras, eso sí. pero ya no tengo con quién gastarlas. no me sirven. intento usarlas y se caen al piso, se rompen como platos viejos, hacen ruido pero nadie las escucha. te llevaste mi capacidad de contar algo bonito. todo suena hueco, cansado, al punto en que mi lengua se está cayendo al piso. ¿cómo se vive sin palabras dulces? ¿sin tus palabras dulces? no hay verbo para esto. para esta muerte chiquita que no se entierra en ningún cementerio, porque no tiene cuerpo. tú tenías cuerpo. te acurrucabas, dormías con las piernas dobladas, se te salía una orejita por la almohada. ¿a dónde fue todo eso? ¿te lo llevaste o se me cayó por el camino?
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la verdad es que no sé cuántas cosas me faltan todavía. cada minuto descubro una más. hoy me di cuenta de que te llevaste mi voz de cantar en la ducha, hoy me di cuenta de que te llevaste el sabor de las mandarinas. mañana, quién sabe. tal vez me dé cuenta de que ya no me queda corazón, o de que el reloj dejó de marcar la hora porque tú eras el que le daba cuerda con los besitos de las ocho. y entonces, ¿qué hago? ¿me entierro? ¿me lanzo? ¿me disuelvo? no sé ser sin ti. no soy sin ti. quedé reducido a un cascaroncito vacío.
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¿vas a volver a buscar lo que te faltó llevarte?
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si vienes, termina el trabajo.
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llévate lo que queda.
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