te conté, en esa carta de amor,
que ojalá mi fuerza de ternura alcanzara
para mover tu deseo, para amarme,
para devolverme lo que perdí en tus manos
para llamarme,
pronunciar mi nombre,
y besarnos
sobre el vidrio espejado,
narcisos
ojalá mis palabras removieran en vos
la posibilidad de sanar mi corazón herido,
de aliviar mi pena —que hoy es ajena—
porque te la comparto en estas palabras
ojalá me dieras nombre,
ojalá me dieras vida,
ojalá me restauraras con tu dulzura
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