Incógnito
Creen que mi hogar se encuentra
en la cima de un monte altísimo,
y que hierbas muy densas,
infestadas de alimañas,
dificultan aún más el ingreso;
que solo salgo cuando llueve,
y que paseo sin compañía
por los pasajes del cementerio
o por los muelles del puerto.
No es nada más que una idea errónea
sobre cómo vive un poeta.
Los poetas vivimos de incógnito,
repartiendo comida a domicilio,
recogiendo basura en las calles,
lavando platos en un restaurante…
Apenas tenemos tiempo para escribir,
y cualquier pausa es aprovechable:
mientras usamos el baño,
en el viaje en cole al trabajo,
en la sala de espera del odontólogo.
Hasta Pizarnik y Allan Poe
llevaban una vida simple y rutinaria
para no levantar sospechas.
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