In memoriam de una flor inútil

I. Informe del corazón

Se halla un pecho florido (no en aroma, sino en espinas internas),

donde el amor, más porfiado que prudente,

cultivó en su centro un sol no correspondido.

Latidos débiles, rebuscados en su sufrimiento,

esculpieron en su cámara izquierda

una imagen no devuelta,

un reflejo que nunca fue luz.

.

Murió de mirar con devoción

aquello que solo respondía con sombra.

No se halló veneno:

solo belleza en exceso

y eso basta para matar.

.

II. Corte de médula

Aquí, en el núcleo,

se encontraron restos de palabras nunca dichas.

Poemas abortados.

Gritos que se tragaron su propio eco.

En la cavidad torácica:

una flor dormida con los ojos abiertos,

esperando ser arrancada

aunque supiera que eso dolía más que crecer en paz.

La médula gritaba:

“Me miró como se mira una flor que no se toca”

y eso fue lo que quebró el tallo.

.

III. Examen ocular

Los ojos estaban abiertos,

bellos, aunque estériles de esperanza.

Observaban el mundo como un esteta cansado:

con admiración por la rosa ajena,

con ironía cruel hacia su propio color.

Reflejan lo sublime de quien sabe que no será elegido,

y aún así se presenta cada mañana como un ramo sin destinatario.

Se halló en ellos una chispa:

la última vez que “Él” (quien sea que haya sido)

miró a otra flor.

Y la chispa ardió hasta ser ceniza estética.

Tan bella, tan inútil.

.

IV. Abdomen

Se halló en su vientre

el polvo de muchos amaneceres sin nombre.

Guardaba mariposas muertas, (asqueroso si me lo preguntan)

cartas jamás escritas,

y una súplica rota:

"Arráncame, aunque no me quieras."

No hubo rencor.

Solo esa tristeza callada

de quien se sabe efímero incluso en la memoria de quien no lo eligió.

.

V. Diagnóstico final

Murió solo siendo vista.

Murió sin ser elegida.

Murió perfecta y sola.

Como un verso no recitado,

como un perfume que nadie quiso aspirar,

como una flor que se dejó mirar

con la ternura de lo que no será nunca,

pero fingió que eso bastaba.