Quizás con imprudencia me arrimo a tu pecho asfixiando las agujas del reloj; insignificante es la tardanza cuando por fin firmo tus labios con un beso enternecedor... aguantamos la respiración y, hundidos en la urgencia de darnos la más cálida de las bienvenidas, reímos al unísono musicalizados por la melodía de las vías. Te miro: contemplás los mosaicos pisoteados de la línea D, y, como si no tuvieses nada mejor que hacer, bailás. Juntos coordinamos danzas indistintas careciendo de un ritmo prolijo, sin embargo, presumimos abundar de cierta picardía y optimismo característico. Desde mi perspectiva el caramelo de tus ojos es medicina, o se me ocurre también una analogía donde yo conduzco mientras llovizna y tu risa es mi parabrisas... Me resultan interesantísimas las similitudes que descubrimos día a día, como tus costumbres de antaño que también son las mías, tu encanto y mi coquetería, el humor que te caracteriza.. ¡como energiza mi sonrisa! De pronto cierto bobo corazón que el Cosmos me regaló remonta vuelo de un tirón y revolea del cajón toda reminiscencia de algún pasado amor... tu voz hace eco en los recovecos de mi interior, reduce toda antigua sensación y de tus ojos nace el fulgor del Sol.
Te dedica, atentamente, tu flor.
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