Ideas y emociones.

...

Sin.

Cuando no apetece, cuando no se tienen ganas, o no se hace o se hace mal. (Comer, bailar, follar...)

Una buena gana da más felicidad que encontrar un billete en un abrigo viejo.

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Blues de antes de las siete.

Puesto el sol quise devolver el día.

No me gustó ni cuando amanecía.

Y no estuviste cerca para mejorarlo.

No, no estuviste a mi lado.

Pero no se admiten devoluciones.

Así es este mercado.

Amigo.

Así es, va en el contrato.

Me tocó un hoy caducado,

estropeado, sin brillo.

Día malo.

Pero dicen donde los hacen

que es siempre la misma receta

el mismo tiempo de horneado.

Su poco de azúcar, su agrior,

su amargo.

La cosa está, me explican,

en saber cómo tomarlo.

-

Leo algo y pienso.

Es raro el día que mi hijo no me dice: te quiero papá.

Nos abrazamos mucho y yo también le muestro con mis palabras y mis actos lo mucho que de bueno siento por él.

No debería ser extraño ni nada para contarlo, aunque hablar de ello nada tenga de malo, pero, y esa es la cosa, cuando miro mi infancia no hay eso.

Mi madre mostraba algo de cariño, claro, pero tampoco tanto.

Yo nunca vi en mi padre lo que él, que vive en mi casa ahora, ve que tengo yo con mi hijo.

Y no me sale natural hacer algo parecido con el viejo. Sería forzado y hasta fingido.

Y lo siento.

-

(Decía y digo):

El arte de vivir.

La vida como pintar un cuadro, como escribir una poesía, como componer una sinfonía. La vida para crear belleza. Intentarlo, al menos.

Belleza en el día a día.

Es bello no pisar a nadie. Es bello ayudar. Es muy bello vivir sin querer tener cada día más a costa de todo y todos. De nuestra propia vida, incluso.

Pensar en la gente que nos rodea para hacerles sonreír, no para mirar sus fallos y criticarlos y pasar así el rato. ¡Nos conocemos tanto!

Y mostrarse agradecido cuando sucede, cuando alguien nos ayuda, nos anima, nos alegra, nos hace sonreír.

¡Le damos tan poco valor al altruismo! Lo denostamos, incluso, culpándolo de cosas malas, porque "uno no gana más que problemas y críticas".

En el libro que escribimos con cada respiración, con cada paso, con cada palabra

¿Qué nos gustaría que pudiera leerse un día?

Sí, imaginemos que alguien va a escribir nuestras memorias e incluso que de ellas se hará una película. ¿Como nos gustaría que fuera?

Seguro que preferiríamos que no se mostraran nuestras miserias. Aunque por humanos que somos sean.

El caso es que lo que hicimos ayer ya está hecho y con ello serán las escenas: La vida de Anselmo, toma tercera. Claqueta. Acción:

-¿Por qué, Anselmo?

-Porque quiero.

-No, tú no quieres, ni a ti mismo te quieres.

-Eso no te importa a ti ni a nadie.

-Está bien no insisto más. Si prefieres quedarte sentado y no bailar, no bailes.

Puede que para el cine lo feo sea más interesante. Los hombres duros no bailan y encienden los fósforos con su barba de un día. Pero quizás uno prefiera verse a sí mismo más amable.

Lo más del guión podemos ecribirlo nosotros mismos.

Y ningún enseguida está ya decidido.

Drama, comedia, terror... tu película la ruedas tú.

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Únicamente no muere lo que nunca ha vivido. Solo no tiene fin aquello que jamás comienza. Lo que es deja de ser. Lo que arde se apaga. La luz solo tiene sentido porque existe la oscuridad.

Esas eran palabras de Aczorban de Hurm, el atávico sirlok de las altas montañas de Ehnardom.

Y quiso la Nubia duda que fueran escuchadas por Carsum, que las recitó por donde quiera que fue hasta el límite de lo ilimitado.

Sólo así pudo forjarse el destino del viento y de las olas, de la Luna negra y del cuervo blanco. Solo así murió la muerte, pues también había vivido.

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Primeras líneas de "Me hiciste creer que me amabas. Guijarros de algodón".