Ya no sé por dónde más buscarte, y lo irónico es que nunca lo hice.
Te encontré sin querer en todos lados, en cada mínima cosa.
Creí verte en miles de multitudes, creí oír tu risa en medio del ruido.
Creí que coincidiríamos en lugares donde sé que te hubiese gustado estar.
Te encontré en miles y miles de canciones, tocando acordes dulces; te vi en películas, robándote el protagónico; te leí en libros, deslizándote entre párrafos, y te dibujaste en mis pinturas.
Deseé, fantaseé, rogué, soñé con poder contarte todas las cosas que tengo guardadas.
Quería hablarte de mí, pero más que nada, quería saber de vos.
Te guardo una silla en cada lugar al que voy, con la esperanza de que la ocupes.
Cancelo planes por si algún día llamás.
Dejo mi cama abierta, para que alguna triste y helada noche puedas acurrucarte en mi pecho, otra vez.
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