las sirenas
resuenan
en la calle
los caramelos
se arrojan al aire
se enredan
en las ramas del tilo
que especian
mi té
mi amargo socorro
de noches sin sueño
pasa por la esquina
el camión de los bomberos
desconocedor
de este sentimental incendio
inservible
ante
melodramáticas
emergencias
dejo que pase
hay tantas cosas que pasan acá
que allá no pasan
y tantas cosas
que nunca pasan
y en realidad
últimamente
no pasa nada
las sirenas
menguan,
la tristeza
crece
insondable
es que hoy soñé
un sueño
imposible:
nada había pasado
entre nosotros
nunca
y la mañana
era pristina
no como
la ambigua mañana
en la que me fui
una mañana
enteramente muerta
y permanece
este nudo
en el medio del cuerpo
como una vorágine
que me está comiendo viva
en el lugar donde solías recostarte
a descansar
en tardes como esta
de hecho recuerdo
esta misma brisa
aquella desafortunada tarde
cuando yo buscaba en la ciudad
en mi cama
nuevos lugares perfectos
para hacer nuestros
y vos te habías ido
a un lugar viejo
a hacer algo tuyo,
esa desafortunada tarde
y esa brisa
es la misma
que no me deja
perdonarte
pero la luz del sol
augura
algún incierto resplandor
¿crees que pueda
encontrarte
bajo la incandescencia?
¿alguna vez
podré
amar de nuevo?
no dejo de hacer preguntas
que no podes responder,
no dejo de repudiar
las posibles respuestas
ya no sé qué es esto
más que nuestras angustiadas
ansiosas
aisladas
correspondencias
y mi resentimiento
hoy miré el espejo retrovisor
y los incidentes se repetían
de nuevo
y cuántas veces más
y yo pienso y pienso
y pienso
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