"¡Dame algo tuyo, Los Ángeles! Ven a mí tal y como yo voy hacia ti, con los pies en tus calles, ciudad preciosa a la que tanto amo, flor triste enterrada en la arena, ciudad preciosa."
— John Fante, “Preguntale al polvo” (1939)
“¿Eres otra señorita afortunada en la Ciudad de la Luz? ¿O eres simplemente otro ángel perdido... Ciudad de la Noche?"
― Jim Morrison, ”L.A. Woman” (1971)
Para escuchar mientras se lee:
Acto I.
1970. Fin de una década. Lo reconocí parado en la calle frente a la mía. Cruzo la Avenida Rivadavia y piso cenizas de cigarrillos gastadas por el viento. Poesía beat y notas musicales danzan en mis oídos.
Pensé en mi tímido ritual, en agitar la mano fugazmente a modo de saludo, pensé en gritar su nombre y luego en sonreír, pero fingir no era parte del pacto, así que sólo me resigné. Sí, me resigné y seguí pisando las cenizas.
A medida que me acercaba se hacía más notoria su figura, la cual se dibujaba en el aire con una áspera luz que me hería la vista.
Acto II.
Cóctel narcótico y musical, tragos baratos embeben la sed. Melodías de discos suenan distantes, pese a que están a menos de un metro de distancia de mí. Guitarras como pequeños destellos de luz.
Jorge, con ojos trágicos y la música como armadura posa frente a mí como si fuese a dibujarlo. Suspiro: dentro de mí se con certeza que estas escenas se repetirán, adolescentes, flotando sobre mi piel cada vez que parpadee frente a la luz del tiempo. Me acerco hacia él porque su cuerpo me llama. El llamado es débil, sí, pero es un llamado, al fin y al cabo. Inhalo el cigarrillo que Jorge acaba de fumar. Acto seguido, él se acerca y presiento que la danza ha comenzado.
Acto III.
Abrí los ojos y contemplé la escena desde afuera, como si flotase en el aire. En trance imaginé a Jorge en su soledad. De repente observé cómo su mano se alejaba rápidamente de mi pecho para alcanzar otro cigarrillo, huésped de nuestro sudor. Mientras tanto, me aprisiona la naciente oscuridad que comenzó a invadir la habitación. Me sentía sofocada en aquel edificio porteño del principio de siglo – me imaginaba el humo subiendo y abatiendo mis pulmones. En aquel hollín interpreté el primer acto, nadie aplaudió. Jorge, con su altar de Rimbaud reza cada noche para volverse inmortal. Me doy la vuelta en un colchón tan viejo como el dolor sobre el piso de un cuarto de hotel, estiro las frazadas que nunca logran taparme: el alma está desnuda frente a un frío que la hiela.
Enciendo un cigarrillo, la luz ya no titila y confieso: algunos llamados no deben ser contestados jamás.
Escrito por Julia G, 2025, Argentina.
“Don’t try” - Charles Bukowski
thescreamofthebutterfly.substack.com/ | instagram.com/_thescreamofthebutterfly


Julia G.
Escribo en The Blaze of Art y The Scream of the Butterfly. Historia del Arte y toda la intertextualidad posible.
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