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    I bet if I touched your hands, they'd be freezing cold

    Apofenia

    Jul 23, 2024

    86
    I bet if I touched your hands, they'd be freezing cold
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    "¿Vos sos mi papá? Mi mamá tiene muchas fotos tuyas en su caja de recuerdos".

    La última vez que nos vimos cogimos sin forro. Fuimos caminando de la mano a comprar la del día después y luego a comer una hamburguesa. No volvimos a hablar. Yo llevaba un tiempo sin extrañarla y de su parte ya no había reproches.

    Esa vez la vi a lo lejos en el Recoleta, abrazando a una nena y señalándole algo. Tenía su color de pelo natural mientras que yo la recordaba peliazul. Vestía un cardigan rojo y uno de esos vestidos que solía usar cuando recién nos conocíamos.

    Esperé que la nena se alejara. La miré de reojo pero no tanto, no quería parecer un raro. Su pelo era largo, negro y lacio como el mío, piel morena y ojos verdes. ¿De dónde los habrá sacado? Nunca conocí a su familia, nunca nos presentamos. Nuestros encuentros ocurrían entre hoteles, cines, cafés, divagando por la ciudad porque no teníamos espacio propio. Una vez me contó que su psicólogo había descrito a nuestra relación como una burbuja de amor, muy 11 y 6. No creo haberla amado demasiado, o por lo menos no de una forma que ella pudiera sentirlo.

    Cuando se sentó en una de esas mesas que dan al patio interno me acerqué. Se asustó de esa forma tan dramática que sólo ella tiene. Capaz sólo se le había caído un lápiz, pero ella tomaba aire como si le hubiesen avisado que alguien se había muerto. Vi el terror en sus ojos pero no sé qué habrá visto ella en los míos que rápidamente se transformó en dolor. Contuve las ganas de agarrarle las manos y sé que ella contuvo las de tocarme el pelo. Te saqué una pelusita, solía decir para disimular y romper el hielo.

    No puedo tener hijos naturalmente. Fue re gracioso porque se dió esa cosita, no? Te dicen que no podés tener algo y automáticamente lo deseás con fuerza. Nunca pude incluirte en el deseo porque vos ya no estabas cuando me dieron la noticia.

    Ya lo sabía, ella me lo había dicho. Recordé porqué nos separamos: entró en crisis por el hecho y se encamó con otro. La abracé y la consolé mientras lloraba al contarme cómo me había engañado. Me había dicho que se sentía como una nena a la que le habían confesado que Papá Noel no existe, que entendió algo del amor que creyó que llegaría a los sesenta años o al enviudar.

    Agarró su cartera y se levantó. Voy al baño. No me voy, ¿eh? ¿Te acordás de esa vez que te dije que me iba al baño y no volví? Desde ese momento se me hizo costumbre sorprenderme cuando la veía volver. Supongo que eso contribuyó a la inestabilidad de la relación, a sentirla fantasmagórica. Sabíamos que íbamos a volver a vernos pero a la vez siempre había algo tácito que nos recordaba que en cualquier momento nos íbamos a separar. Cortar no nos daba miedo porque sabíamos el otro seguía estando, hasta que llegó un momento en el que dejamos de extrañar. Nos vimos hasta que ya no nos vimos más, así de sencillo.

    La nena vino corriendo, despeinada con el flequillo pegado a la frente por el sudor. Me tiró la bomba sin anestesia: ¿Vos sos mi papá?. Sos igualita a tu madre, dramática como pocas. Me contó que su mamá le dijo que la buscó mucho, la buscó tanto que fue a médicos que hicieron magia para que ella pudiera nacer, y que quería saber si yo habia sido el que le habia dado el regalo que muchos papás dan a las mamás, porque la suya lo había recibido de alguien que no conocía y que por eso ella lo estaba buscando.

    No supe si sentirme aliviado o triste, pero le dije que sí.

    Apofenia

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