¿Vienes acaso, a hundir el puñal
que una vez dejaste clavado en mi corazón?
Ese frío acero forjado por tu indiferencia,
desgarrando lo poco que queda intacto en mi.
hurgando en las costillas,
como si aún hubiera algo que pudieras llevarte.
No sabes lo que fue,
No sabes lo que es.
El cuerpo suplicando descanso
la carne ardiendo de recuerdos.
Rezar hasta ahogarme en súplicas mudas,
rogando a Dios que te arranque de mi
Pero una sombra en la esquina de mi mente
susurra que aún respiras.
Y eso basta.
Eso es todo lo que se necesita
para que me devuelvan a la jaula.
No saben lo que hacen,
pero ahí estoy yo otra vez
con la herida abierta
escuchando tu nombre en el aire,
aunque ya no hables
aunque ya no estés
Duele en el cuerpo,
duele en los dientes.
duele en el nombre que ya no pronuncio
porque escupe sangre.
Como si tu ausencia no hubiera sido suficiente castigo.
Vienes y mi alma se desangra.
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