Huelga de úteros y la falacia del instinto maternal: una declaración de autonomía
Jul 27, 2025
En un mundo donde el cuerpo de las personas útero es constantemente invadido y controlado -ya sea por la contaminación ambiental, la mencantilización de la salud o los mandatos sociales- la decisión de no reproducirse emerge como un acto político y una forma radical de soberanía sobre la propia existencia. La "huelga de úteros", lejos de ser una simple negativa biológica, es una protesta contra la imposición social que convierte la gestación y la maternidad en un destino inevitable y obligatorio para quienes poseen un útero.
La idea del "instinto maternal" ha sido utilizada históricamente como una herramienta de control, una narrativa que naturaliza la maternidad como un impulso innato e ineludible. Sin embargo, autoras feministas han desmontado esta falacia. Simone de Beauvoir en El segundo sexo (1949) afirmó claramente que "no se nace mujer, se llega a serlo", subrayando que los roles y expectativas sobre las mujeres, incluida la maternidad, son construcciones sociales que pueden y deben ser cuestionadas. Adrienne Rich, en Of Woman Born (1976), profundiza esta crítica señalando que la maternidad es una institución social que limita la libertad de las mujeres, imponiéndoles un rol que muchas veces les resulta alienante y ajeno a sus deseos reales.
En el contexto actual, donde la contaminación ambiental, la exposición a agroquímicos y las desigualdades socioeconómicas afectan la salud reproductiva y el bienestar general, la huelga de úteros se transforma en un grito de resistencia. Como apunta Silvia Federici, en su trabajo sobre la reproducción social, la lucha por el control del cuerpo es una lucha feminista esencial, pues el cuerpo de las mujeres ha sido históricamente un campo de batalla entre la opresión y la autonomía.
Ademas, esta protesta desafía la simbiosis de género que impone la maternidad como el único camino para la realización femenina, desmontando el mito del sacrificio inevitable y la responsabilidad eterna que se espera de las madres. La filósofa Judith Butler ha destacado que los roles de género no son naturales sino performativos y sujetos a resignificación. En este sentido, decidir no tener hijos es también una forma de desobediencia a un sistema normativo que pretende dictar qué debe ser el cuerpo femenino y qué vida debe llevar.
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