Un viaje a mi casita. Mi hogar. Un viaje hacia mi familia. Mis papás. Cuánto los extraño. Ma, pa: los extrañaba mucho.
Cómo el día a día te introduce en un círculo vicioso llamado R U T I N A. Muchas veces difícil escaparse de ella y al mismo tiempo tan necesario para enriquecer nuestra vida, para devolvernos una cuota de alegría. El universo con tanto espacio, pero sin tiempo. Que loco no? Hablar de que no existe el tiempo, pero acá en la tierra, el tiempo lo es todo. Dedicarle un tiempo aunque sea breve pero hermoso, un tiempo de calidad, para nuestros seres queridos. A ellos que nos criaron y vieron crecer. A mis papás les debo todo.
Hace poco me mude sola. Viviendo esta nueva travesía, me di cuenta que el dicho: uno no sabe lo que tiene hasta que lo pierde... realmente es cierto. Me di cuenta que extrañaba las comidas caseras hechas en casa, el olorcito a ajo y salsa recién cocinada, los domingo con sobremesa y mis sobrinos corriendo y gritando por la casa. Me di cuenta que extrañaba ver a mi hermana más chica, mi mamá y papá por las mañanas. Que me saluden con un beso, y me pregunten como me fue en el día, y la bendición de mi mamá apenas se levantaba y aún en pijama.
Su foquita los extraña.
Hoy tenía el día completamente libre. Quería ir a verlos. Compartir con ellos, mirarlos y contemplarlos un ratito. Hoy quise visitar mi hogar. Pegar un viaje a casa.
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