Historia fugaz

Hoy te ví por última vez antes del largo reencuentro, antes de la infinita espera. Pasamos una noche agradable, cenamos con tus amigos y nos cuestionamos cosas interesantes de la cotidianidad. Hablamos sobre como a Mau lo asaltaron pero el corrió sin importar que le estuvieran apuntando y como es que Ale vio como las ondas del microondas se comportaban con el envase de los refrescos de aluminio que metía.

Todo parecía tan simple y profundo al mismo tiempo, yo pensaba, imaginaba todas esas situaciones y las cosas hipotéticas que nos planteábamos, hasta que caí en cuenta que la noche pronto acabaría y está plática sería un recuerdo de tantos que tal vez olvidaría. El tiempo siempre me es curioso, desde la espera hasta las prisas por lo que deseamos, quisiera preguntarte sobre lo que sientes ahora mismo. Yo estoy tranquila, me duele el estómago de tanto reír pero creo que mañana me sentiré mejor. En el camino me sentí ligera, con una ilusión que cualquiera anhelaría en mi situación. Escuché musica y vi el viaje desde mi ventana, no pude evitar caer dormida un par de veces, pero el frío que recorria mi piel iba despertándome para acurrucarme en el poco espacio que poseía en el autobús.

Llegué a mi destino después de un par de pausas, ví la neblina de los pueblitos y te eché de menos un poco antes de cerrar los ojos por cuarta vez, pero me siento bien. Ahora quiero contarte que el clima de aquí es refrescante y la lluvia parece perfecta para definir como me siento, porque es más brisa que aguacero. Aún no le cuento a nadie que empezamos a vernos ni siquiera lo he pensado tan bien, porqué sé que si lo hago ya no será un secreto. Pero es mi desición, nuestro acuerdo. ¿Qué sería de nosotros si no podemos querernos después del consuelo?, si nos perdemos sin habernos encontrado primero.