aposté hasta mi último verso
para un día llevar mi apellido junto al tuyo
o que mis hijos tuvieran tus ojos
me he quedado sin palabras
vacía de letras
vacía de sílabas viciadas
que te nombraban constantemente.
si alguna vez quise decirte todo aquello
que mi mente maquinaba
como mi corazón se desbordaba de ternura
y como una sola palabra tuya
bastaba para sanarme.
me enfermo diariamente
por la falta de tus incesantes rimas
quizá sea jugar con fuego
escribirte cuando nunca más me leerás
al menos tendría algo
que me dé calor en noches sin luna.
cuando me perdía entre la falta de intertextualidad
de cuerpos que no eran el tuyo,
apareció tu nombre,
que se tatuó en mi lengua,
aún espera llamarte “amor”
pero decime, mi sol,
¿cómo vivir después de vos?
sí yo que fuí atea,
creé una religión en tu nombre
si vos mi único santo,
si vos mi credo
si vos mi Dios
cumplió todos los milagros a un mundo
que no sabía de su existencia divina,
bendiciendolos
con la sonrisa más luminosa
que mis ojos nunca han visto.
si yo que prediqué tus versos al mundo,
si yo que canté tus rimas en ciudades desesperanzadas
si yo que te hice inmortal
fui desterrada, de la iglesia que fundé
en honor a tu ternura.
te esperé como un enfermo terminal espera un milagro de último momento,
y al final de la noche éramos dos,
la incesante muerte
y yo
¿y ahora todo el amor que dejaste
a quién podré dárselo?
sé que tus tus brazos acunan a otros feligreses,
(y estoy bien con eso)
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