Vuelve.
Juro que no escapo.
Juro que me dejo devorar,
con los ojos abiertos,
con la piel rota,
con el alma dispuesta
a sangrarte hasta la última gota.
Hazme ceniza.
Quema lo poco que queda,
ríe mientras caigo de rodillas,
pidiéndote más,
más de tu furia,
más de tu ausencia,
más de ese desprecio
que sabe a paraíso si viene de ti.
Maldíceme,
escúpeme,
rompe cada verso
que escribí pensando en salvarme.
Porque entendí tarde
que no quiero salvación,
quiero tu infierno,
quiero ahogarme en tus gritos,
quiero ser la carcasa rota
que arrastras por placer.
Y si no vuelves...
que la locura me arrastre,
que tu nombre se clave
en cada pared de mi cabeza
hasta que no quede nada.
Solo eco,
solo sombra,
solo hambre de ti
y de todas las formas
en que podrías matarme.
Lento,
despacio,
mirándome a los ojos
mientras digo:
Gracias.
Gracias por ser la herida
que nunca quiero cerrar.
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