Hay una suma constante.

Interludio intimista.

Sigo, a pesar de todo, mi camino.

Es un sendero que he escogido entre la densa vegetación, solitario y sombrío.

A veces escucho extraños sonidos que alteran mi pausado ritmo, pero doy otro paso. Avanzo. Persisto.

Sí, voy solo con quien va conmigo, salvo en algún desvío.

Los encuentros no siempre me hacen bien y por eso los evito.

Egoísmo sencillo. Quizás también egotismo (este escrito mismo).

Esta senda que transito no es un atajo hacia el paraíso, ni por si misma ni por su destino, es tan solo el modo que elijo. Andar solo, lo del poeta, es andar conmigo. Y me quiero más cuanto menos estoy con los demás pues en lo social acabo teniendo la sensación de que me equivoco, de que soy incorrecto, impertinente, torpe o pretencioso.

Sé que pienso demasiado.

La gente se olvida de uno y ni lo escucha, como para andar pensándolo tras el ocasional rato de ponerlo verde.

Mi sentir en eso es vanagloria. Más egotismo.

Pero soy así y solo mejoro cuando me alejo, cuanto más lejos.

Es por eso.

Y porque el mundo está plagado de gilipollas.

(Apostilla):

Quizás...

Ni ocuparse ni preocuparse.

Salga el sol, sin yo empeñarme, por Antequera o donde quiera.

Y el que venga detrás...

Gozar así las mieles del egoísmo.

(Última hora):

Al modo de los siete durmientes de Éfeso, quisiera yo la noche más larga y no despertar hasta dentro de dos siglos.

Quizás para entonces...

(Postrer aviso):

Me quedan cuatro o cinco a los buenos.

¡No me desaprovechen!