Hay que hacer hueco al amor, estrujarse, igual que las mejillas, atravesar los ojos, las manos, la ropa, incluso el lenguaje. Que mi piso de sesenta metros cuadrados nos sea grande, que mi gato quepa, pero no entre nosotros, porque no hay hueco, porque no queremos que lo haya. Que las pupilas, tanto mías como tuyas, se igualen, misma altura, mismo aprecio, mismo amor. En el mismo sillón, el que usas unos días y yo uso contigo, como cuando te sirvo café que yo misma siempre termino o como cuando me levanto con tu alarma y tu ya te has ido. Cuando cenas mis sobras o yo barro las hojas que tú dejas de tus botas que también compartimos.
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