El burro en la noria.
Si amanece
pero no abro la ventana,
no subo la persiana,
no abro los ojos,
la noche sigue
y puedo hacerla eterna.
Si el mundo
está lleno de gente
pero yo no busco a nadie,
me oculto en mi cueva,
no salgo a las calles,
la ciudad es como vacía,
como una ensenada desierta.
Si amanece
y yo no despierto,
sigo viviendo mis sueños,
permanezco como si estuviera muerto,
la vida se hace sencilla,
parece que fuera buena.
Pero amanece
y el ruido llega,
llega el tráfico,
la obra de nuevo empieza.
El cartero trae las facturas,
el butanero choca las bombonas,
los timbres de mil modos suenan.
Amanece tan mal tantas veces...
Como si el día fuera un dolor
que hay que aguantar
para poder tener
otro día por pasar.
Es extraño vivir así,
deseando que acabe
lo que siempre
ha de volver a empezar.
Y ahora...
Robo a Giordano Bruno el poema a sus verdugos y lo adapto a estos tiempos de ceguera. Disculpen mi atrevimiento.
Miradme... yo no tiemblo a la hora de hablar.
¡Y podría no decir!
Decid vosotros, ¿soy un criminal?
Sabéis que nunca delinquí.
Insultadme,
que cada una de vuestras palabras,
a vosotros os retrata.
Yo sé que me calumnia vuestra vileza,
y ¿por qué?,
porque me muestro a vuestras mentiras
buscando la verdad.
No en vuestra falsa diatriba
que el pensamiento abruma
con dogmas y con mitos robados a otra edad,
sino en el libro eterno del Universo mundo,
que encierra entre sus folios de inmensa duración;
los gérmenes de un porvenir fecundo,
basado en la justicia,
fundado en la razón.
Y bien, sabéis que el hombre,
si busca en su conciencia,
la causa de las causas,
el último por qué
ha de trocar muy pronto,
la Biblia por la ciencia,
los templos por la escuela,
la fe por la razón.
Yo sé que esto os asusta,
como os asusta todo
todo lo grande,
y quisierais poderme desmentir.
Mas sois siempre los mismos,
los viejos fariseos,
Los que oran y se postran donde los puedan ver,
fingiendo fe,
sois falsos llamando a Dios, hipócritas.
¡chacales que un cadáver buscáis para roer!…
¿Cuál es vuestra doctrina?
Tejido de patrañas,
vuestra ortodoxia, embuste;
vuestro patriarca, un rey;
leyenda vuestra historia, fantástica y extraña.
Vuestra razón la fuerza;
y el oro vuestra ley.
Tenéis todos los vicios que antaño los gentiles
Tenéis las bacanales,
su pérfida maldad;
como ellos sois farsantes,
hipócritas y viles
Queréis, como quisieron,
matar a la verdad;
Mas…¡Vano vuestro empeño!…
Si en esto vence alguno;
soy yo porque la historia dirá en lo porvenir;
“Respeto a los que gritaron como gritó Dolbach”
Y en cambio vuestros nombres…
¿Quién los recordará?
(17 de febrero de 1600,Giordano Bruno es ejecutado luego de ser declararlo hereje por la Inquisición romana ).
Se va de la mano de la sonrisa ajena, el mal instante de una pena.
Se acompaña el silencio con el viento que acaricia las hojas recién nacidas.
Vuela el pájaro hacia allí, hacia aquí. Vuela.
Amanece otra vez en descampado el sueño inconsciente que no siente.
Se acaba la mentira solo con la muerte.
La luna medra. La luna pierde.
Hay noches que malduermo.
Noches en las que el sueño que me lleva al sueño, pertinaz me evita.
Se atraviesa en el camino de la dulce inconsciencia algún mal pensamiento, algún desaliento.
Doy vueltas entre las sábanas, arrugo el lecho, estrangulo mi mente, maldigo mi suerte.
Acabo hecho un desecho.
Me levanto y escribo algo de esto.
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