Hay mucho amor en toda mi tristeza.

No tengo idea de donde saco fuerzas para levantarme todos los días, no me preguntes porque no lo sé.
Mi cuerpo duele y no por haber hecho ejercicio, duele de la cantidad de angustia que está cargando. Intento soltarla por cualquier medio, lloro desconsoladamente por horas pero nunca resulta suficiente. Empiezo a cuestionarme nuevamente si uno puede morir de tanto amor, o en este caso, de tanta tristeza.
Hay mucho amor en toda mi tristeza, hay ganas de que nadie pase por lo mismo, hay empatía desmedida, hay ganas de dar todo con tal de saciar un poco mi herida.

Decidí acompañar la mañana con canciones que equiparen el mismo nivel de tristeza, con un café doble que sabía me daría taquicardia pero sería el único remedio para mantener mis ojos los suficientemente abiertos.

“Pensamientos” de Airbag sonó por los parlantes mientras el cielo de Buenos Aires se caía a pedazos, así como lo estaba haciendo mi alma anoche.

Últimamente mis días terminan a las 3 de la tarde, a partir de ahí, solo me dedico a sobrevivir, a llevar el suficiente aire a mis pulmones para que me permita llegar al otro día.
Duermo, sueño con vos, porque me acostumbré a que esa sería la única manera de tocarte, pero me despierto asustada y cabizbaja al darme cuenta que a mi lado está la almohada y no tu cuerpo. Ahí es cuando llega la crisis, las lágrimas desmedidas.

Cada que llueve de esta manera me crece la preocupación por vos pero no puedo evitar no demostrarla, y pienso que no me gusta usar paraguas pero por el solo hecho de protegerte estaría ahí parada firmemente.
Ahí es donde está todo mi amor, en protegerte.