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Hatred

kira

Dec 23, 2025

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He desarrollado un gran odio por la humanidad. No un odio explosivo, sino uno cansado y acumulado. Uno que nace de observar demasiado, de escuchar demasiado, de esperar —aunque sea un poco— y volver a decepcionarme. Creo que todos tienen un lado podrido, una parte que tarde o temprano sale a flote. No importa cuán correctos parezcan, cuán amables, cuán morales se muestren frente al mundo. La mayoría solo aprendió a actuar bien, no a serlo.

La gente se disfraza de valores, de discursos bonitos, de empatía conveniente. Hacen lo justo mientras los miran, mientras los beneficia, mientras no les cueste demasiado. Pero cuando nadie observa, cuando el deseo aprieta o el ego reclama, aparece lo real. Y lo real casi nunca es limpio.

A veces mi corazón se ablanda y siento compasión, piedad e incluso amor por algunos individuos. Me convenzo de que no todos son iguales, de que todavía hay algo que vale la pena cuidar. Pero esa nube dura poco. Se dispersa, y entonces veo con claridad sus seres crudos y horrendos, sus intenciones torcidas, sus contradicciones sin resolver. Y el desencanto vuelve, más pesado que antes.

Todas las personas resultan decepcionantes. Algunas rápido, otras con más cuidado. Algunas con violencia, otras con silencios. Pero siempre llega el momento en el que entendés que no eran lo que creías, o que sí lo eran… y eso era peor.

Yo también lo soy. No me excluyo. No me creo distinta ni mejor. Tengo contradicciones, zonas oscuras, pensamientos que no defiendo en voz alta. También he fallado, también he herido, también he elegido mal aun sabiendo que lo hacía. Por eso este odio no es soberbia: es reconocimiento. Somos humanos, y eso incluye lo desagradable.

Tal vez por eso cansa tanto vincularse. Porque en el fondo siempre sabés que algo se va a romper. Que la decepción no es una posibilidad, sino una etapa. Y aun así seguimos intentando, como si no aprendiéramos, como si la esperanza fuera un error reincidente del que no sabemos curarnos.

kira

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