Qué difícil es la distancia.
Un libro, un abrazo, una hermana que se va. La escalera se la lleva lejos. Y solo sube.
Un solo deseo: que baje.
Vueltas interminables en la terminal. Círculos perdidos en el estacionamiento. Conjeturas nerviosas. Nadie ríe. No hoy.
Un deseo: salir.
Ruta oscura, charlas intermitentes. Poca claridad, como nunca. El agua cae, y no está lloviendo. Son mis ojos. Brotes húmedos que esconde la noche. El auto avanza y parece arrastre.
Solo uno más: desaparecer.
Abrazos cruzados. Congoja y conforte. Compartir una silla vacía. El mismo deseo de llenarla. Abrigarse en la espera.
Nuevo deseo: que llegue.
Soledad tortuosa. Descarga necesaria y repetitiva. Una constante humedad. Me voy a quedar vacía. Seca como el polvo. Un círculo vicioso.
Deseo de avanzar.
Pero es muy pronto. La cobardía de la impaciencia. Hay que atravesarlo, que camine sobre surcos. Torcidos, redundantes, algo invisibles. Medio salvajes.
Por sobre todo mudos. Sordos. Y sin carteles, uno no sabe para dónde correr.
Ya no me quedan deseos. Pero a fuerza de insistencia, esa que nos deja la cara dura. Que poco nos avergüenza.
Pido: que la distancia no se note. Hasta que vuelvas a casa.
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