No busco palabras rebuscadas,
ni que estén bien peinadas.
No busco crecer rápido,
aunque ya no pueda alargarme más.
Sin embargo hay algo que respiro,
que nunca me toca.
No me besa ni la frente, ni la boca.
Ni me canta despacito, una vez por semana.
Me deja envidiosa,
como si lo necesitara:
Inhalar discursos amorosos,
en las manos de un hombre.
Hombre, besa mis ojos despacio.
Respírame como al pasto,
como hierva en pipa,
como al calor del verano.
Haz que la espera valga
y arrópame en invierno.
Comamos pan con mermelada,
hasta que llegues.
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