Nadie te obliga a tomar el veneno, pero conocés la sed y eso te gana.
Habita en vos un hambre que en ningún placer carnal encuentra consuelo. Conocés el escozor de un futuro dolor, ya te imaginás el calor. Vivís en los lugares más incómodos, te contorsionás para entrar, apilando aspiraciones, incinerando preocupaciones y confundiendo deseos criados por Falta y por Eros.
Te extendés a través del desierto de tu propia identidad pensando que te estás por alcanzar, pero te evadís sin ningún problema, ya sos experta en la materia. Al final, te queda el cuerpo herido, Otro ya se ha ido. Por suerte conocés uno o dos farmacéuticos freelancer que saben la receta para aliviar el hambre, pero no el vacío.
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