quiero sanarte con madrugadas.
aprenderme tus dolores como conozco tus pestañas.
ser el ramo de flores
y el malhumor que se riega en tu pecho al notar lo rápido que pasa el tiempo;
lo atrás que nos estemos quedando,
con costumbres pasadas de moda – primeras citas confusas.
quiero ser el frío de tu mano izquierda
que seas monarquía integra, mientras dejas que mis huellas se besen con las cicatrices que le ocultas al mundo,
no sólo las de tu cuerpo.
vendería mi alma a miles de anticristos o a lo oscuro,
únicamente para oler la tuya.
no pido mucho,
solamente que te dejes ser – que me dejes amar.
permitiría que leas mis libretas
porque ser testigo del segundo exacto en el que te reconoces en mi cursiva,
es más digno que presenciar el último destello esmeralda en cualquier atardecer.
lo soñé.
no es que soy artista,
nada tiene que ver con que seas lluvia de inspiración.
cualquier mundano capaz de verte muere por romantizar,
destacar,
te prometo que hasta venerar lo que sea que tengas para dar.
sea amor, sea mar.
sea llanto, sea cuidar.
quiero verte respirar
acunar tus pesadillas
y vengar
con amor
todo aquello que te hizo sangrar.
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