Hace dos meses, o tal vez tres, que estoy cursando una depresión.
Abr 13, 2025
Hace dos meses, o tal vez tres, que estoy cursando una depresión. No es algo que desconozca, claro. Pero los dolores son siempre nuevos. En eso se diferencia con los objetos. Unas zapatillas usadas son usadas. Los dolores, de cualquier tipo, son asquerosamente siempre nuevos. Incluso cuando tengamos la mala suerte de que ese tipo de dolor (físico o metafísico o etc.) lo conozcamos. Además, probablemente no sea un dolor original, como ya veremos.
El dolor es, para cualquiera, algo que viene nuevo, renovado, con todas las ganas de jodernos la vida. Lo notamos y lo vivimos como un infierno nuevo y ajeno. Nadie en su sano juicio puede abrazar el dolor. A menos que abrazar el dolor sea aceptarlo. Aunque tampoco, nadie en su sano juicio aceptaría el dolor. ¿Por qué aceptaríamos un destino sufriente?
Nos resignamos por momentos. Decimos: Dios así lo quiso. Pero, evidentemente, nadie en su sano juicio puede creer en un Dios que quiera vernos sufrir. El dolor es, de alguna extraña manera, la total otredad, lo completamente ajeno. Siempre presente, empero, en la historia humana. Por esto mismo no es original, cualquier dolor lo ha vívido la humanidad. Cualquier dolor, alguien lo vive en ese momento o lo ha vivido. Esto viene a cuento de que hace dos meses, o tal vez tres, que estoy cursando una depresión.
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Comprar un cafecitoFernando Marasso
Licenciado en Filosofía por la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM) y Profesor en Teología. Autista.
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